Durante los días de confinamiento, es muy probable y totalmente normal, que sentiremos cambios en nuestra voz.

 

La falta de brillo, la monotonía o una cierta pérdida de 'resistencia' y sensación de necesitar más esfuerzo para producir voz han sido síntomas y experiencias muy comunes en la población.

 

"No entiendo porque está así si no use prácticamente la voz" ha sido una de las frases más recurridas, y prácticamente hemos usado poco la voz pero cuando lo hemos hecho ha sido de manera intensa en muchos aspectos.

Tanto fisiológico como emocional, de ver a través de la pantalla o escuchar al otro lado del teléfono a personas que extrañamos, sin olvidar la carga emocional y tensional del famoso monotema ha sido y es, difícil desconectar.

 

La falta de uso también desgasta y este hecho es muy notable en la voz.

 

Podemos sentir fatiga, cansancio en la voz, inestabilidad en el timbre, desonorizaciones al terminar las frases, los temidos y conocidos gallos, pudiendo afectar todo esto a la credibilidad de nuestro trabajo y nuestra seguridad propia referente a la situación.

 

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La voz tiene un fuerte componente psicológico y emocional, no dejas que se vea comprometida por estos aspectos.